
Tener un bloqueo creativo después de un éxito es mejor que tener un bloqueo creativo después de un fracaso. Eso está claro.
Sin embargo, te puede llegar a dejar completamente fuera de combate. Y sé de lo que hablo, porque a mí me ha pasado.
Desmitificando el éxito
Antes de nada, vamos a quitarle hierro a la palabra «éxito». Tener éxito es algo muy relativo. Es un concepto peligroso, porque puede causar frustración. Por eso vamos a empezar por decir que el éxito es ser feliz haciendo lo que te gusta.
Así que tengamos claro que el objetivo no es ganar premios. O al menos no debería convertirse en una obsesión.
Lo importante es tener siempre proyectos en marcha, estar constantemente activo y aprendiendo. Si somos pacientes y no dejamos de mejorar, ya llegarán los reconocimientos.
Así que asumamos que lo que tiene éxito en este caso es un trabajo que hemos hecho, y no nosotros mismos.
De esta forma, nos quitamos la necesidad de estar esperando el éxito, ser ricos y famosos, y dirigiendo una secuela de superhéroes.
¿Y si no tengo «éxito»?
Lo más probable es que no pase. Seguramente no acabes siendo el próximo Christopher Nolan. Es un mundo demasiado complicado donde hay mucha competencia y gente muy talentosa.
No todos tus trabajos van a ser gloriosos y van a tener una gran carrera en festivales. Pero si están hechos con oficio y con corazón, encontrarán su hueco en el mundo. Habrá festivales de tu país y de otras partes del mundo que quieran proyectarlo en su programa oficial.
Si tocas la tecla adecuada, se convertirá en una presencia habitual en festivales. Llegarán los premios. Y puedes que llegues a ser el próximo Christopher Nolan o la próxima Patty Jenkins.
Hay miles de festivales a lo largo de todo el mundo. De muchas temáticas y para todo tipo de duraciones y estilos. Así que ten paciencia cuando inscribas tu corto en cientos de festivales, y haz balance cuando hayan pasado un par de años.
Miedo al fracaso y bloqueo creativo
En otro artículo compartí algunos consejos para superar el miedo al fracaso. El bloqueo creativo tiene mucho que ver con el miedo al fracaso. En este caso, por culpa de haber logrado que tu primer trabajo sea un éxito sin saber muy bien cómo.
Así que para superarlo, nada mejor que seguir los 6 consejos que compartí en ese artículo.
Y ahora os voy a contar mi experiencia personal para ilustrar en qué consiste el bloqueo creativo después de un éxito.
La historia de Manolito Espinberg
Estábamos en el año 2004, y mi amigo y compañero de clase Miguel C. Rodríguez y yo preparábamos nuestro primer cortometraje «serio» juntos. Antes habíamos hecho algunos ejercicios de cámara y de montaje, pero nada importante.
Cada uno de nosotros tenía una Handycam MiniDV, la frescura de los 20 años, y nada que perder. Así que nos pusimos manos a la obra con un falso documental llamado Manolito Espinberg: une vie de cinèma.
Empezamos esbozando al personaje y desarrollando anécdotas de su biografía en un par de hojas llenas de dibujos de Miguel (ya mencioné en el artículo sobre storyboard que lo mío no es el dibujo).
Con eso nos fuimos al Festival de Cine Español de Málaga, y empezamos a recopilar entrevistas a personalidades del cine y la televisión. Y después, escribimos el guión que rodaríamos entre Almería y París.
Rodamos el corto a lo largo de 4 meses con la ayuda de amigos y familiares. A nuestro ritmo, sin prisa pero sin pausa, comenzamos en primavera, y lo terminamos en otoño.
Justo a tiempo para presentarlo a un festival que acababa de nacer y parecía una buena oportunidad.
Ver cortometraje Manolito Espinberg
Y de pronto, llegó el éxito
Estrenamos el corto en el primer concurso de Fotogramas en corto, el festival online que puso en marcha la revista de cine más leída de toda España. Sin comerlo ni beberlo, semanas después estábamos en la gala de los Fotogramas de Plata recogiendo un premio junto a Alejandro Amenábar y Javier Bardem.
El corto obtuvo el Premio del Jurado, y eso suponía que, entre casi 400 cortos, el jurado había decidido que el nuestro merecía ganar. La mitad del jurado estaba compuesto por cineastas reconocidos como Daniel Monzón (El corazón del guerrero, Celda 211, El niño…), Jaime Camino o Isabel Coixet (Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras, Mapa de los sonidos de Tokio).
Imaginaos el vértigo que da que te paguen un vuelo a Madrid, y tener que recoger un premio cuando todavía estás haciendo tus primeros ejercicios con la cámara. Y además, no con una cámara profesional, sino una cámara de vídeo doméstica. ¡Y grabando en automático!
Bueno, no os lo imaginéis. Aquí podéis ver un resumen de aquella gala.
Por qué ganó Manolito Espinberg
En el foro del concurso, mucha gente nos acusaba de ser unos enchufados. Pero nosotros no conocíamos a nadie en el mundo del cine.
La realidad es que nuestro corto había llamado la atención por la originalidad del protagonista que habíamos creado. Pero a nivel de historia y a nivel técnico, el corto era muy amateur y se notaban nuestras carencias. Y por eso tanta gente nos criticaba.
En ese concurso había cortos muy profesionales, rodados por gente con años de experiencia y con actores de primera. Y yo me veía a años luz de ser capaz de rodar algo así y dirigiendo actores de primer nivel.
Ojo, que estoy orgulloso de lo que hicimos y cómo lo hicimos. Y Miguel lo sabe, porque lo hemos hablado muchas veces.
Lo que pasó después de ganar ese premio: el bloqueo creativo
Parte del premio de Fotogramas en Corto consistía en acudir a la Mallorca Film Academy durante un mes. Allí haríamos un curso intensivo de dirección con Toni Bestard, y rodaríamos un corto cada uno.
Ahora que lo pienso, es probable que nos dieran el premio precisamente por eso: porque vieron que, más que ningún otro, necesitábamos que nos enseñasen cómo se rueda.
Bromas aparte, Miguel y yo fuimos a Mallorca y lo pasamos genial. Lo cierto es que salieron dos cortos bastante dignos. Ninguno pasará a la Historia del cine, pero a nosotros nos supuso una práctica con la que aprendimos bastante.
Este es el que escribí y dirigí yo, y en el que Miguel se encargó de la cámara y la fotografía.
Y este es el que escribió y dirigió Miguel, y en el que yo me encargué más de la iluminación y el sonido.
Era la primera vez que rodaba obligado por las circunstancias, y no porque necesitase contar esa historia. Después de aquello, ambos tardamos mucho tiempo en volver a rodar algo propio.
Durante años me dio vértigo enfrentarme a proyectos propios que tenía escritos.
Y llegaron años de sequía en cuanto a proyectos personales
Gracias a Manolito Espinberg, no me faltó trabajo en el mundo audiovisual, especialmente como montador. Hacía lo que me gustaba, pero no me veía capaz de formar un equipo ni buscar financiación para hacer el siguiente cortometraje.
El miedo a no estar a la altura me bloqueó a la hora de volver a hacer un proyecto «serio». Seguí haciendo cortos entre amigos para pasarlo bien y practicar, pero era incapaz de enfrentarme a un verdadero reto.
Vale, no había ganado un Goya ni un Óscar. Pero sentía que todo el mundo que me conocía esperaba que estuviese dirigiendo películas por haber recogido un premio importante. Y todo lo que escribía me parecía mediocre.
Ser autoexigente está bien, pero puede jugar en tu contra y hacerte dejar de creer en tus guiones.
Cómo superé el bloqueo creativo
El bloqueo creativo y el autoengaño hicieron que hasta 2010 no rodase mi proyecto más personal. Estuve reescribiendo durante años, convenciéndome a mí mismo de que no estaba preparado.
Primero desarrollé el guión para rodarlo en mi tierra, Almería. Luego lo preparé para rodarlo en Málaga, donde el Ayuntamiento nos concedió una ayuda a la producción gracias a que Miguel entró como productor.
Y al final, lo acabé rodando en Madrid porque no me quedaba más remedio por las fechas.
Si no cumplía el plazo del Ayuntamiento de Málaga, tenía que devolver el dinero. Así que hubo que ponerse manos a la obra y dejarse de excusas.
Y menos mal que lo hice, porque rodar En la próxima parada fue una experiencia maravillosa en la que forjé algunas de las mejores amistades que me ha dado el mundo audiovisual.
Además, gracias a este corto me llamaron para impartir clases en una escuela de imagen y sonido. Allí estuve cinco años, donde aprendí muchísimo más sobre cámara y sobre corrección de color.
Luego volví a entrar en la rueda de trabajar para otros y rodar algún cortometraje por encargo, como fue Escribir es reescribir, que a pesar de ser parte de una práctica con alumnos, me llevé a mi terreno personal y conté con la ayuda de amigos.
Lo que tengo claro es que lo que más te llena es hacer aquello que sale de ti porque necesitas contar algo. Y si lo haces con tu equipo de confianza, mucho mejor, claro.
El resultado será honesto, y todo el conjunto se contagiará de ese espíritu y esa energía.
Moraleja
Cuando te dejas el alma en un cortometraje conoces a gente extraordinaria, aprendes, y la vida te sonríe. No lo dejes y ponte cuanto antes a hacer que sea realidad. Si no tienes una situación que te fuerce a hacerlo, fuérzalo tú mismo.
Lo más importante es hacerlo. Da igual que te equivoques, porque de los errores es de lo que más aprenderás. Y la mayoría de las veces, te abrirá nuevas puertas y te hará conocer a gente valiosa.
Como dice Russell Crowe en Una mente maravillosa, «tus probabilidades de éxito aumentan cada vez que lo intentas«. Así que a escribir y a rodar, y a dejarse de cuentos. ¡Tú puedes! ¡Y yo también!
Si quieres ver mis trabajos de ficción, puedes hacerlo en esta web: luisfranciscoperez.com.
Y si quieres generar tus propias ideas para empezar a hacer cortometrajes, mira este vídeo.
¡Gracias por leerme! Si quieres seguir aprendiendo cine gratis, suscríbete a nuestra lista de correo.
También puedes seguirme en Facebook, Twitter o Instagram.

