
Un guion de cine está repleto de recursos narrativos como la ironía dramática, la sorpresa y el suspense, el planting y el payoff. ¿Los conoces?
Cuando escribimos un guion de cine, una de nuestras máximas ambiciones es sorprender al espectador a lo largo de la historia.
Aunque hemos hablado anteriormente de los pasos para escribir un guion de cine, la estructura de tres actos y la creación de personajes, todavía me faltaba hablar de algunos recursos narrativos importantes.
Estos recursos son los que hacen de verdad interesante una historia.
Son mecanismos o herramientas para jugar con la información a lo largo de la historia, y para proporcionar una buena experiencia al lector o espectador, y sobre todo mantener intacto el interés.
Puede que incluso alguna vez hayas usado algunos de estos recursos narrativos de forma intuitiva al escribir, sin saber cómo se llaman.
Por eso hoy nos vamos a detener principalmente en varios de ellos, como la ironía dramática, la sorpresa y el suspense, o el planting y pay off.
Y veremos también un recurso narrativo negativo que no destaca precisamente por ser del agrado del público, y que deberíamos evitar: el deus ex machina.
Aquí lo tienes explicado en 14 minutos de vídeo, con multitud de ejemplos.
Recursos narrativos en el cine
Estos recursos narrativos que vamos a ver a continuación son fundamentales para el trabajo de un guionista y de un director de cine.
Pero obviamente son recursos compartidos también por la novela y la dramaturgia.
Al final, se trata de narrar, y sobre todo de dosificar la información que tienen tanto los personajes como la audiencia.
Quizás la principal característica de estos recursos narrativos en cuanto al guion de cine, es que su buen uso es fundamental para proporcionar una buena experiencia al espectador.
La historia de una película debe tener ritmo y funcionar como el mecanismo de un reloj.
Todo debe ser impredecible, pero a la vez inevitable.
Es decir, tenemos que sorprender al espectador, pero al mismo tiempo debe experimentar la sensación de que la historia no podía desarrollarse de otra manera.
Idealmente, en un guion literario intentamos que no haya ninguna pieza que no tenga una función en la historia.
O como diría Alexander Mackendrick…
Un guion profesional tiene las mismas cualidades que el buen periodismo: hacen uso del mínimo de palabras para transmitir el máximo de información.
Alexander Mackendrick, guionista y director de cine
¿Y cómo logramos eso? Pues haciendo un buen uso de los recursos narrativos. Vamos a ver algunos de ellos.
Planting y pay off como recursos narrativos
Planting y pay off son términos heredados de la tradición narrativa anglosajona. Aunque lo cierto es que en inglés norteamericano suele usarse «set up & payoff« para referirse a lo mismo.
La palabra planting significa literalmente «plantar». Y pay off se utiliza habitualmente como «saldar» o «dar resultado».
Pero podemos traducirlos simple y llanamente como «sembrar y recoger». O «preparación y resolución», si lo preferís.
Es decir, que escribir un guion consiste básicamente en ir sembrando información a lo largo de la historia, que posteriormente debe ser recogida a medida que la película avanza.
Si en el tramo final de la película o en la resolución de una escena nos quedamos con la sensación de que eso no funciona o es fortuito, probablemente es porque no ha sido sembrado debidamente antes.
Como guionistas, hacer un buen uso del planting y el payoff distribuyendo esa semilla o conjunto de semillas en el lugar adecuado, es fundamental para que ese conjunto de semillas florezca debidamente y obtengamos un fruto maduro.
El fruto no puede estar ni demasiado verde, ni demasiado pasado. Debe estar en su punto exacto de madurez.
Cómo usar el planting y el payoff en un guion
A veces, es necesario sembrar o hacer planting en varias escenas diseminadas en la historia.
Pero puede que sólo necesitemos hacerlo una vez. No hay una regla ni una norma que debamos cumplir. Por eso es tan difícil escribir.
Parece fácil cuando vemos una película ya terminada, pero durante el proceso de escritura es un auténtico quebradero de cabeza.
Hay una línea muy fina entre quedarse corto y que algo no esté bien sembrado, o pasarse de largo y subrayar demasiado una información.
En ambos casos, el espectador puede tener una sensación extraña: o bien no ha comprendido por qué sucede algo, o bien siente que le toman por tonto.
Por eso debemos prestar atención a estos dos recursos narrativos. Especialmente cuando reescribimos y analizamos el guion de una forma más objetiva que cuando escribimos el primer borrador.
Ni que decir tiene que el planting y el pay off son críticos cuando se trata del arco de transformación del protagonista.
Una persona no puede cambiar de golpe. Esa consecuencia debe tener unas causas.
Ironía dramática
La ironía dramática se produce cuando el espectador sabe algo que el personaje desconoce.
Este recurso narrativo se usa habitualmente en comedia cuando los personajes actúan de forma patética porque desconocen algo que nosotros sí sabemos, provocándonos la risa.
Como cuando alguien hace una broma sobre otra persona, y nosotros sabemos que la víctima del chiste está justo detrás del chistoso, oyendo cada palabra y cada mofa.
Pero también es muy habitual que lo use un director en el cine de terror.
Por ejemplo, cuando en un plano vemos que aparece una sombra por delante de la pantalla, y el protagonista lo desconoce. Tememos por él o ella, que no tiene ni idea de lo que le espera.
Esta brecha entre la información que conoce el protagonista y la que conocemos nosotros como espectadores da muchísimo juego.
No en vano, las obras de William Shakespeare están repletas de ironía dramática.
Se utiliza constantemente para hacer más rica una escena, o incluso para desarrollar una trama de enredo, como suele ser habitual en muchas comedias.
De hecho, hay películas enteras basadas en la ironía dramática. Por ejemplo, Con faldas y a lo loco o El mayor y la menor, de Billy Wilder.
Y en resumen, cualquier historia recurre a la ironía dramática en mayor o menor medida, así que tenlo en cuenta al escribir. El espectador disfruta mucho más cuando participa y se le otorga cierto poder.
Revelación y reconocimiento de una ironía dramática
El guionista y profesor de guion Frank Daniel, que fue maestro de David Lynch entre otros, acuñó los términos de revelación y reconocimiento.
La revelación se produce en el momento en el que el espectador conoce esa información que el protagonista desconoce.
Cuando el personaje por fin descubre lo mismo que sabe el espectador, se denomina reconocimiento.
Suspense y sorpresa
El suspense
Este recurso narrativo se produce cuando el personaje corre un peligro inminente, y nosotros lo sabemos.
Como espectadores, estamos en vilo para saber si se salvará o no.
Puede haber ironía dramática o no, eso ya depende. Es decir, el personaje puede ser consciente del peligro o no. Pero desde luego nosotros sí que somos conscientes. Esa es la clave del suspense.
Nada mejor que Alfred Hitchcock para explicar la diferencia entre suspense y sorpresa, que es el siguiente recurso que veremos.
“La diferencia entre el suspense y la sorpresa es muy sencilla. Imagina que nosotros estamos hablando, nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. Había una bomba debajo de la mesa. Eso es una sorpresa.
Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, y sabe que la bomba estallará a la una, y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena.
En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense.
Alfred Hitchcock en El cine según Hitchcock, de François Truffaut
La sorpresa: un recurso narrativo peligroso
Sí, hay un recurso narrativo que se denomina directamente así: sorpresa.
Se produce cuando el espectador es sorprendido al mismo tiempo que el personaje, como hemos visto en el ejemplo de Hitchcock.
¿Quiere esto decir que haya que evitar la sorpresa? Absolutamente no. Pero hay que utilizarla con cuidado.
Lo cierto es que si se produce una sorpresa en el momento justo, es maravilloso. El propio Alfred Hitchcock recurrió magistralmente a la sorpresa en Psicosis, en un giro de guion impredecible.
Y probablemente gracias a eso es una de las mejores películas de la Historia del cine.
Bong Joon-ho también ha hecho algo parecido en Parásitos. Por algo le gustaba tanto Hitchcock.
Pero la sorpresa como recurso narrativo tiene también su peligro.
Una sorpresa a destiempo puede acabar convirtiéndose en nuestro peor enemigo: es decir, en un deus ex machina, del que hablaremos unos párrafos más abajo.
Normalmente, la casualidad de una sorpresa se recibe bien en la primera parte de una película, pero a medida que la historia transcurre hacia el final, debe ser la causalidad la que impere en el relato.
En caso contrario, corremos el riesgo de darle cancha a nuestro mayor enemigo.
Deus ex machina: el peor de los recursos narrativos
El término deus ex machina proviene de la dramaturgia griega, y ya Aristóteles nos advirtió de su peligro en su tratado Poética (libro que, por cierto, puedes encontrar en mi lista de libros de guion).
En el teatro griego y romano, el deus ex machina consistía en utilizar una especie de grúa (machina) para introducir a un actor que interpretaba a un dios (deus), y aparecía en escena para resolver el final, o para dar un giro a la trama.
En la actualidad, usamos el término deus ex machina para referirnos a una resolución de la historia que no tiene lógica interna.
En otras palabras: cuando el final no es lógico, sino que responde más a las necesidades del guionista para acabar la historia o darle un giro, sin que tenga mucho sentido que sea así.
Es como si hiciéramos un payoff sin haber hecho previamente un planting.
Así que aunque se trata de un recurso narrativo, es algo que hay que evitar. Es un recurso narrativo para guionistas que se han dado por vencidos antes de dar con un final adecuado.
Un recurso fácil que da la sensación de que no se nos ha ocurrido nada mejor. Así que ojito con él.
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