
Contar historias es una práctica milenaria del ser humano. Sin embargo, sigue siendo un misterio saber cómo contar historias universales que funcionen en cualquier parte.
Las historias existen desde hace miles de años. Primero lo hicieron de forma oral. Luego, de forma visual a través de pinturas.
Más tarde, a través de la palabra escrita. Y desde hace apenas cien años, también a través del cine.
A pesar de que existen cientos de libros sobre guión y manuales que te explican cómo escribir una película, lo cierto es que nada asegura el éxito de una historia.
Sigue siendo una incógnita para todos nosotros saber si algo va a gustar a un gran público o no.
Sobre este misterio de contar historias reflexiona el agente literario de cine y televisión Julian Friedmann en una charla TED.
El misterio de contar historias universales
Quién es Julian Friedmann
Julian Friedmann representa a través de su agencia a más de 200 escritores y de guionistas. También ha sido productor ejecutivo. Ha coescrito el libro The Insider’s Guide to Writing for Television, y ha escrito en solitario How to make money scriptwriting.
También ha colaborado con universidades y con instituciones europeas de desarrollo de proyectos de cine y televisión. Y fue el director de la revista Scriptwriter los años que estuvo en activo.
Gracias a todo esto, tiene una visión muy amplia sobre el guión y los mercados audiovisuales.
La santísima trinidad para contar historias
Para Julian, hay una santísima trinidad en el arte de contar historias: el autor, los personajes y la audiencia.
El autor convive con los personajes durante mucho tiempo. Les coge cariño.
El público, por contra, es completamente desconocido. Probablemente tengan prejuicios y gustos diferentes al autor.
Sin embargo, el trabajo principal del autor es emocionar al público. Así que tu relación principal debe ser con tu audiencia, no con tus personajes.
Para él, la base de cualquier escritor debe ser la compresión creativa de la motivación humana.
Continúa citando a George Orwell y su breve ensayo titulado Why I write (Por qué escribo).
En él, Orwell describe las cuatro razones principales por las que contamos historias: por puro egoísmo, para alcanzar la inmortalidad, para callar la boca a alguien que nos infravaloró, y para hacer de este mundo un lugar mejor.
Las historias nos definen, no el lenguaje
Una reflexión interesante de Friedmann es que lo que define a una comunidad son sus historias, no su lenguaje.
Como nexo común, todos nos basamos en la estructura en tres actos para contar una historia.
La estructura en tres actos de Aristóteles
Hace 2.000 años, Aristóteles ya formuló la teoría de los tres actos en su libro Poética.
Y la fórmula para estos tres actos son pena o lástima, miedo y catarsis.
En el primer acto, el espectador debe sentir pena o lástima por el protagonista. Debe conectar emocionalmente con él o ella, y querer que consiga su objetivo.
Para ello, hacemos pasar al personaje por un infortunio inmerecido.
En el segundo acto, el escritor pondrá al protagonista obstáculos cada vez peores. Gracias a la conexión emocional del espectador con el protagonista, sentirá miedo o temor por él.
Y en el tercer acto, cuando el protagonista por fin salga de esa situación, el espectador debería vivir la catarsis.
La catarsis
La catarsis es el resultado de un proceso químico que se da en nuestro cerebro. No se genera un proceso intelectual, sino emocional. Y este proceso está relacionado con un neurotransmisor: la feniletilamina.
Precisamente, el mismo que se produce cuando comemos chocolate o tenemos sexo.
Si somos capaces de generar esa sustancia en el cerebro de los espectadores, habremos logrado nuestro objetivo como narradores.
La experiencia de contar historias a través de la Historia
Friedmann se pregunta para qué usamos las historias los seres humanos.
Según él, los cazadores prehistóricos representaron en las pinturas de las cuevas la caza, para experimentar el miedo que sentían cuando estaban fuera de la cueva, luchando contra esas fieras. De esta forma, ensayaban para lo que les esperaba fuera.
De la misma forma, el hombre moderno lee y ve películas para prepararse para los infortunios de la vida.
Cine estadounidense VS cine europeo
Friedmann suele defender el modelo de Hollywood a la hora de contar historias. Según él, en Europa tenemos una forma diferente de afrontar las historias.
Las películas de Hollywood se llevan el 80% de recaudación de la taquilla de los cines europeos, por diferentes motivos. La principal, claro está, es que tienen mejores presupuestos y dedican más al desarrollo y a la distribución.
Pero también se preocupan de tener protagonistas con los que conectar emocionalmente, y de satisfacer al espectador con finales felices.
Así que Friedmann apuesta por esta fórmula si queremos historias que viajen mejor a través del mundo. Personajes accesibles, y en la medida de lo posible, finales felices. ¿Por qué? Porque estadísticamente está demostrado que funcionan mejor.
El diálogo puede lastrar la universalidad de una historia
Según Julian Friedmann, las películas estadounidenses tienen en general un tercio menos de diálogos que las europeas. Gracias a esto, pueden llegar a más gente, independientemente de su nivel de estudios, o de su compresión del lenguaje.
Esto, además, hace que las historias sean más visuales. Y para él esto es muy importante, porque creemos en lo que vemos, no en lo que nos cuentan.
Como se suele decir, un personaje (y una persona) es lo que hace, no lo que dice. Y podemos usar esto en nuestras historias, de forma que un personaje contradiga sus actos para despertar la curiosidad del espectador.
De esta forma, tendremos espectadores activos, en lugar de meros espectadores pasivos, como los de la televisión.
Además, con menos diálogo, la música puede tener más protagonismo. Y está demostrado que la música es uno de los principales vehículos para conectar emocionalmente con el espectador. Mucho más que las palabras, desde luego.
Por eso probablemente funcionó tan bien y se hizo viral el cortometraje El otro par.
Hacer la escenas más cortas
Otro consejo que ofrece Friedmann en su charla para hacer las historias más universales es hacer escenas más cortas. De hecho, las películas de Hollywood tienen escenas la mitad de cortas que las europeas.
Según él, es importante llevar al límite la máxima de la escritura de escenas: entra tarde, sal pronto. Elimina aquellas partes que no sean fundamentales. Porque eso además dejará huecos en la historia que harán también más participativo al espectador.
Afrontar el rechazo de tus historias
Una parte fundamental del trabajo del escritor o guionista es aceptar las críticas y el rechazo. Porque por muy bueno que seas, vas a recibir críticas y van a rechazar tu trabajo.
Los primeros en hacerlo serán productores y agentes que probablemente no sean tan creativos como tú, ni tengan tu talento.
En cuanto al rechazo, Friedmann cita la mejor carta de rechazo que ha visto en su vida. Esta carta es de un periódico chino de economía, como respuesta a la carta de un lector.
Hemos leído su carta con un entusiasmo exacerbado. Si publicamos su carta, nos sería imposible publicar ninguna otra con menos nivel que esta. Como es impensable que en los próximos mil años veamos una igual, nos vemos, muy a nuestro pesar, obligados a devolverle su divina composición. Le rogamos mil veces que pase por alto nuestra corta visión y cobardía.
Esta cita era para pedirle a todos aquellos creadores que ha rechazado a lo largo de los años, que le perdonen.
Conclusión final sobre contar historias universales
Cuando vemos una historia en la pantalla, nos estamos viendo a nosotros mismos. Porque sólo nosotros somos los narradores, y sólo nosotros podemos dar inmortalidad a una historia.
Si quieres ver la charla entera (en inglés), aquí puedes hacerlo.
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